La historia comienza ubicando al lector en una aldea, Betania, donde viven dos hermanas, Marta y María. El núcleo familiar constituido por María, Marta y Lázaro, era visitado por Jesús con frecuencia. Toda vez que visitaba Betania, se detenía en la casa de ellos, ya que les unían grandes lazos de amistad. El autor del libro recuerda a los lectores que María en una ocasión anterior había derramado un perfume muy costoso sobre el Señor y lavado sus pies con sus cabellos. Esta mención es un ejemplo de que toda acción positiva que hacemos, cada día, está siempre presente en la mente de Dios. Nuestro Padre celestial no se olvida del bien que hacemos y a su tiempo cosecharemos el fruto de nuestras acciones, sea en este siglo o en el venidero.

Lázaro enferma y las hermanas envían un mensajero al Señor para notificarle de la enfermedad de su hermano, en especial, porque saben que él ama mucho a Lázaro. En este pasaje la palabra griega corresponde al amor filial, al amor que existe entre los miembros de una familia. En otras palabras le estaban diciendo, Lázaro, al que amas como a un hermano, ha enfermado y se ve muy mal.

Oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella. Y amaba Jesús a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba. (versos 4-6)

Cuando los mensajeros traen la noticia a Jesús, él inmediatamente les indica que esta situación difícil que atraviesa Lázaro no es para muerte. Es una situación donde Jesús mostrará que es el Hijo de Dios y a través de ello dará gloria a su Padre. El autor vuelve a indicar que Jesús amaba a todos los miembros de esta pequeña familia. No importa cuan pequeños seamos, Jesús nos ama. El Señor no se puso ansioso, no se desesperó ni angustió. Al contrario, confiado en que tenía control sobre la situación, se quedó dos días más en el lugar donde estaba. ¿Qué desilusión para los mensajeros? Posiblemente, ellos esperaban que Jesús saliera corriendo para la casa de Lázaro, sin embargo, decidió quedarse dos días más donde estaba. Son muchas las instancias donde lo que esperamos que Dios haga no es lo que él entiende que debe hacer; puesto que no es lo mejor. Hay situaciones que nos producen mucha tristeza y quizás angustia, sin embargo son para la gloria de Dios. Tenemos que aprender a confiar en que Dios tiene cuidado de nosotros y que a su debido tiempo intervendrá y proveerá para resolver la situación difícil en la que nos encontremos.

Dicho esto, les dijo después: Nuestro amigo Lázaro duerme; mas voy para despertarle. Dijeron entonces sus discípulos: Señor, si duerme, sanará. Pero Jesús decía esto de la muerte de Lázaro; y ellos pensaron que hablaba del reposar del sueño. Entonces Jesús les dijo claramente: Lázaro ha muerto; y me alegro por vosotros, de no haber estado allí, para que creáis; mas vamos a él. (versos 11-15).

Pasados los dos días, Jesús decide ir a la casa de Lázaro. En este momento ya Lázaro ha muerto y Jesús dice a los apóstoles que va a despertarlo. En este contexto Jesús no se refiere al sueño sino a la muerte física; donde el alma se separa del cuerpo físico. Jesús dice a los apóstoles que se alegra por ellos, de no haber estado cuando Lázaro convalecía. ¿En que sentido se alegra por ellos? Si hubiese estado allí, lo habría sanado y Lázaro no habría muerto. Este milagro de sanidad no les habría impactado mucho puesto que sería uno más de los que ya había realizado. Sin embargo, levantarlo de su tumba, cuatro días después de muerto, haría un huella inolvidable en la vida de los que presenciaron el evento y en especial en la vida de los discípulos. ¿Quién es este que ni aún la muerte lo puede detener? La resurrección de Lázaro sería un evento que solidificaría la fe de los apóstoles; evento que apuntaría hacia la realidad de que Jesús es el Hijo de Dios.

Vino, pues, Jesús, y halló que hacía ya cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro. Betania estaba cerca de Jerusalén, como a quince estadios; y muchos de los judíos habían venido a Marta y a María, para consolarlas por su hermano. Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, salió a encontrarle; pero María se quedó en casa. Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto. Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará. (versos 17-22)

La casa estaba llena de gente puesto que todos amaban mucho a esta familia. Marta sale al encuentro del Maestro y le dice “Señor si hubieras estado aquí mi hermano no habría muerto.” Posiblemente, algunas personas pensaron que había llegado muy tarde. El cuerpo de Lázaro había iniciado su proceso de descomposición. Pero, ¿llegó tarde el Señor? La respuesta es simple y sencilla, no. Él estuvo y estaba con la familia en todo el proceso de la enfermedad y muerte de Lázaro. Por esta razón, cuando le fueron a dar la noticia, el dijo, “No es de muerte sino para la gloria de Dios”. ¿Cuántas veces hemos llegado a pensar que no está? Sin embargo, nos está guiando paso a paso. Marta reconoce que si Jesús hubiese estado presente físicamente, Lázaro no habría muerto. Luego declara con toda seguridad “pero aún así estoy convencida de que todo lo que le pidas a Dios te será concedido”. Que convicción profunda tiene esta mujer.

Jesús le dijo: Tu hermano resucitará. Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero. Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo. (versos 23-27)

En Juan 5:29, el apóstol indica que hay dos resurrecciones; “los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida (primera resurrección); mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación (segunda resurrección)”. La primera resurrección comienza en el rapto de la iglesia y termina al final de la gran tribulación. La segunda resurrección ocurre al final del milenio, donde los que no creyeron a la verdad, serán separados de Dios por toda la eternidad. Jesús dice a Marta, no me refiero a la primera resurrección, me refiero a que “Yo soy la vida” y por tanto, él resucitará ahora, porque así lo deseo. Ningún ser humano ha dicho cosa semejante, sólo el Hijo de Dios tiene autoridad para hacerlo. Varios escritores, entre ellos C.S. Lewis, han señalado que para hacer declaraciones como la anterior, y de hecho hizo muchas de este tipo; Jesús tenía que ser el Hijo de Dios, de lo contrario, sería un mentiroso, un manipulador y por consiguiente un mal maestro. Sin embargo, su nacimiento sobrenatural, su ejecutoria perfecta durante sus 33 años de vida y su resurrección de entre los muertos indica que él es en verdad el Hijo de Dios. Luego el Señor hace una promesa para nosotros “todo el que vive y cree en mí, no morirá eternamente.” Esta es la promesa de vida eterna que Dios nos ha hecho. Jesús le pregunta ¿lo crees? Y ella le contesta, sí tú eres el Hijo de Dios.

Jesús todavía no había entrado en la aldea, sino que estaba en el lugar donde Marta le había encontrado. Entonces los judíos que estaban en casa con ella y la consolaban, cuando vieron que María se había levantado de prisa y había salido, la siguieron, diciendo: Va al sepulcro a llorar allí. María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano. Jesús entonces, al verla llorando, y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió, y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y ve. Jesús lloró. Dijeron entonces los judíos: Mirad cómo le amaba. (versos 30-36)

Marta avisa a María, y ésta fue a ver al Maestro que todavía no había entrado a la aldea. Y cuando llegó a donde estaba se arrodilló llorando y dijo “Señor si hubieras estado aquí mi hermano no habría muerto.” Ambas, Marta y María estaban convencidas de que si Jesús hubiese estado con ellos, Lázaro no habría muerto. Esta familia estaba convencida de que Jesús sanaba a los enfermos, no importa cuán compleja fuera la enfermedad. Cuando Jesús vio llorando a María, junto a los judíos que vinieron con ella, que también lloraban, se conmovió profundamente en el espíritu, se entristeció y lloró. Las lágrimas de Jesús fueron reconocidas como fruto del amor que tenía por la familia y por Lázaro. El Maestro ama a sus discípulos y se entristece cuando los ve sufrir como en esta ocasión.

Y algunos de ellos dijeron: ¿No podía éste, que abrió los ojos al ciego, haber hecho también que Lázaro no muriera? Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima. Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días. Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios? Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído. Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado. Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera! Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir. Entonces muchos de los judíos que habían venido para acompañar a María, y vieron lo que hizo Jesús, creyeron en él. (versos 37-46)

La gente decía ¿No podía éste, que abrió los ojos del ciego, haber evitado también que Lázaro muriera? Claro que sí, esa fue la posición que sostuvieron Marta y María. Jesús dijo: Quitad la piedra. Marta, hermana del que había muerto, le dijo: Señor, ya hiede, porque hace cuatro días que murió. Esta declaración se puede interpretar como que en el momento de la verdad, Marta tuvo duda. Jesús le dijo: ¿No te dije que si crees, verás la gloria de Dios? Jesús no la trata con reproches, por el contrario, le recuerda lo que ya le había dicho, si crees en mí verás la gloria de Dios. Jesús alzó los ojos a lo alto, y dijo: Padre, te doy gracias porque me has oído. Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que me rodea, para que crean que tú me has enviado. Jesús no tenía que decir nada, sólo tenía que ordenar; Lázaro ven fuera. Sin embargo, conociendo la debilidad de los presentes, habló al Padre para recordarles que fue él quién lo envió y por consiguiente, siempre lo escucha y apoya.

Jesús siempre llega en el momento adecuado para edificar y aumentar la fe, no de unos cuántos, sino la de muchos. “Entonces muchos de los judíos que habían venido para acompañar a María, y vieron lo que hizo Jesús, creyeron en él.”
23 de abril de 2025
Cada 23 de abril, el mundo celebra el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor, una fecha establecida por la UNESCO para rendir homenaje a los libros y a los autores que han contribuido al progreso cultural, social y espiritual de la humanidad. Esta fecha también recuerda el fallecimiento de grandes escritores como William Shakespeare y Miguel de Cervantes, íconos de la literatura universal. En esta conmemoración, destaca una obra que ha trascendido fronteras, generaciones y culturas: La Biblia. Considerada el libro más vendido de todos los tiempos, se estima que se han distribuido más de 5 mil millones de copias alrededor del mundo. Su impacto es tal que ha sido traducida a más de 3,000 idiomas y dialectos, lo que la convierte en la publicación más difundida de la historia de la humanidad. Más allá de sus cifras impresionantes, La Biblia ha sido fuente de inspiración, consuelo y guía para millones de personas. Su contenido ha influido en la literatura, la música, el arte y el pensamiento filosófico a lo largo de los siglos. Hoy, en el Día Mundial del Libro, celebramos no solo a los grandes clásicos, sino también a aquellos textos que cambian vidas, que despiertan conciencias y que construyen puentes entre culturas. Porque un libro puede ser el inicio de una nueva forma de ver el mundo.
23 de abril de 2025
¿Cómo te imaginas a Jesús? ¿Cuando piensas en Jesús, qué imagen de Él te haces en tu mente? Han sido muchos los intentos, a lo largo de la historia, de tratar de mostrar una imagen física de Jesús. Los relatos evangélicos no tienen especial interés en esta cuestión, no tenemos ni una sola descripción de cómo era físicamente Jesús. Ni su altura, ni su color de ojos o cabellos, etc. Podemos sugerir que al ser judío palestino seguramente su piel era de color oliva, sus ojos oscuros y su nariz típica, características todas de la población judía del siglo I. Probablemente podríamos pensar que su cabello era negro y largo, que llevaba la barba, que era algo muy valorado en estas culturas orientales. Su vestimenta sería una túnica sin mangas, acompañada de un cinturón que la ceñía, quizás un manto y por calzado unas sandalias. Podría completar el cuadro una vara, como ayuda para el camino. Esto es lo que podemos más o menos imaginar. Sin embargo la Biblia no tiene el más mínimo interés en estas cuestiones. Para la Escritura, el carácter y la dignidad de las personas es lo realmente importante. Como la descripción que realiza Apocalípsis 1 de Jesús. Esta visión de Jesús es sumamente relevante. Nos muestra que, en contraste con cualquier personaje humano por muy importante o famoso que pueda ser, Él es infinitamente más imponente. La descripción es gloriosa, desde su ropa pasando por su cabeza y cabellos que nos hablan de su dignidad, o sus ojos con mirada penetrante de la que nada ni nadie puede esconderse. Y que decir de su voz o de la espada que sale de su boca, y su rostro que ilumina como el sol. No en vano Él es la Luz. Todo esto solo puedo producir reverencia, cayendo ante Él, que se declara como el Vencedor sobre la muerte, quitando todo temor, porque Él vive. Esta es hoy la imagen real de Jesús. Y aunque no satisface nuestra curiosidad sobre su aspecto físico, nos muestra, a través de elocuentes símbolos, quién es Él en realidad. Jesús es: El Dios eterno (vr. 17c); El Salvador viviente (vr. 18a); y El Soberano universal (vr. 18b). Y ante tal descripción nos inclinamos ante Él y le adoramos. Oración.- En medio de la vida, con sus pros y sus contras, ayúdanos a tener una visión correcta de Tí, Señor. Quita de nosotros cualquier cosa que entorpezca esa auténtica realidad que es verte glorioso y vencedor. Nos inclinamos y caemos ante tu soberanía.
22 de abril de 2025
Todos los acontecimientos se habían precipitado, los discípulos no podían ni imaginar este desenlace, y provocó un gran temor en los amigos de Jesús y, probablemente de nuevo, una gran incertidumbre sobre sus vidas. El cuerpo inerte de Jesús, envuelto en paños, descansando sobre la fría piedra de aquel sepulcro prestado. Todos los sueños de aquel pequeño grupo parecen haberse esfumado. Es como si hubieran despertado a la realidad: Jesús ha muerto. Su cuerpo está en un sepulcro. Se acabó. Algunos de los suyos pudieron contemplar su sufrimiento y muerte en la cruz. Y volvieron a sus casas invadidos de un sentimiento con sabor a pérdida y a derrota. Con esos mismos sentimientos, María Magdalena acude el primer día de la semana al sepulcro, y encuentra quitada la piedra que lo sellaba, y vacía la tumba. Su reacción nos indica que la pérdida era el sentir que reinaba en aquellos que habían sido los amigos de Jesús (20:13). Sin embargo Jesús se mostrará resucitado y victorioso ante María, ante los discípulos y ante Tomás: Jesús, cumpliendo su Palabra, supera siempre las expectativas de los hombres. Dios está con Él. Así María tuvo aquel encuentro, al principio confuso, con Jesús resucitado que transformó todas aquellas primeras sensaciones: Aquello que parecía acabado realmente acaba de empezar. Jesús había sido levantado de entre los muertos. Aquellos amigos fueron testigos oculares de un evento único en la historia de la humanidad: Dos de los grandes temores y tragedias del hombre habían sido vencidos: el pecado y la muerte. 29 … —¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que no vieron y creyeron. Le dijo Jesús al dubitativo Tomás. Y en sus palabras se proyecta nuestra fe. Dichosos los que no vieron y creyeron. Esta es la fe en Jesús, que nace de la fe de Jesús en el Padre que le levantó de entre los muertos. La fe a la que somos llamados. Oración.- Dios, como aquellos primeros discípulos, necesitamos tener más fe. Quizás una fe diferente, centrada en ti, venciendo esa fe que a veces nos asalta de confianza en nosotros o en nuestras costumbres y tradiciones. Jesús, queremos tener tu fe.
21 de abril de 2025
El Papa Francisco falleció este lunes 21 de abril de 2025, a los 88 años, en su hogar dentro del Vaticano, la Casa Santa Marta. La noticia fue confirmada por el cardenal Kevin Farrell, actual camarlengo del Vaticano. Jorge Mario Bergoglio, de origen argentino, hizo historia al convertirse en el primer Papa latinoamericano y jesuita. Desde su elección en 2013, condujo la Iglesia Católica con un estilo pastoral enfocado en los más desfavorecidos y promovió importantes reformas internas. Su papado estuvo marcado por su compromiso con la justicia social, la promoción de la paz y la protección del medio ambiente, dejando como herencia una imagen de profunda humildad y empatía. El miércoles, su cuerpo será llevado a la Basílica de San Pedro, donde los fieles podrán despedirse y rendir tributo. Atendiendo a su voluntad, será sepultado en la Basílica de Santa María la Mayor, en lugar de las tradicionales grutas vaticanas, rompiendo con una antigua costumbre papal. Por su parte, el Colegio de Cardenales se alista para convocar en los próximos días un cónclave, en el cual se elegirá al nuevo pontífice.
21 de abril de 2025
Incompresible para cualquiera es la muerte de alguien joven, como era Jesús. Alguien en la flor de la vida, un jóven con grandes posibilidades, a la vista de sus dotes sanadoras, sus palabras que impactaban en los que las escuchaban, la autoridad que le acompañaba y que se hacía evidente ante los ojos de todos, incluso ante aquellos que le veían como un enemigo para su posición. Toda una vida llena de posibilidades cortada en pleno apogeo. Para Jesús, su hora era el cumplimiento de su misión, aquello para lo que se había preparado. En cierta forma era el gran momento esperado, y sin embargo, un momento cruel, que los evangelistas nos relatan a grandes rasgos sin entrar en detalles escabrosos; sólo cuentan lo imprescindible y aún así nos impacta leer esos relatos. Ahí está Jesús, sin culpa alguna, arrestado, sometido a varios juicios, condenado, maltratado y crucificado como un criminal. Y durante todo ese proceso, Jesús sigue en su línea, pidiendo el perdón para sus verdugos, redimiendo a un ladrón arrepentido, preocupado porque su madre no quede sola y desamparada. Así que pudo exclamar: ¡Consumado es! En definitiva, como escribirá el evangelista: “Todo lo ha hecho bien”. (Marcos 7:37) La obra de la redención se ha cumplido de forma evidente ante los ojos de aquella generación. Cuando se contempla la vida y muerte de Jesús, uno no queda impasible. Todo en Él es diferente. Jesús convierte lo cotidiano en extraordinario. Aquello que parecía ser una muerte más, otro crucificado del régimen, era, por el contrario, algo extraordinario: Dios mismo, en la persona de Jesús estaba haciendo justicia por el pecado de toda la humanidad, en la persona del único inocente. Oración.- Cada día Señor en nuestras vidas te mueves de forma extraordinaria. Gracias por tu ejemplo que nos invitas a seguir. Ayúdanos a ser auténticos seguidores de Tí, no simplemente creyentes en Tí.
20 de abril de 2025
¡Qué alentador resulta saber que hay gente orando por ti! ¡Qué enriquecedor y consolador es orar por otros! En Juan 17:6-26 Jesús ora por sus seguidores, por sus amigos. En el momento de su partida, a Jesús le preocupan sus amigos: Ora para que sean guardados (17:6-12) Para que sean santificados (17.13-19) Para que todos sean uno (17:20-23) Para que vean su gloria (17:24-26) Las preocupaciones de Jesús por sus amigos distan mucho de nuestras preocupaciones, en términos generales, porque Jesús sabe cuáles son nuestras auténticas necesidades vitales y pide al Padre por ellas: Guardados del pecado y del mal. Sólo Él puede ser nuestro guardador. Santificados para hacer visible el nombre de Dios en nuestras vidas. Es en Jesús donde podemos ser santos a través de la obra del Espíritu. Siendo uno, para no escandalizar y ser tropiezo para otros. Jesús, nombre que une a todos los cristianos, y los une en torno a la escandalosa cruz. Viendo su gloria, la del vencedor para que nunca nos falte el ánimo y la esperanza. Aquel que fue levantado en gloria de entre los muertos. Realmente Jesús conoce nuestras necesidades, sólo apegados firmemente a Él podemos ver respondidos nuestros anhelos. Ya les prometió a sus discípulos: No os dejaré huérfanos; volveré a vosotros. (14:18 RVR2020) Jesús está preparando a sus discípulos para el momento de su ausencia. Les da todo tipo de seguridades para que no se turben y estén tranquilos. No los dejará desamparados o huérfanos. La palabra es "órfanos", de la que viene la española con el mismo sentido: literalmente sin padre; pero también se aplicaba a situaciones de desamparo y falta de protección, como en el caso de los discípulos o estudiantes privados de la presencia y enseñanza de un querido maestro. Es un término con fuertes connotaciones en el A.T., donde el huérfano es el prototipo del que está a merced de los poderosos, es aquel con quien se cometen todas las injusticias (Is. 1:17,23). Sin embargo, los creyentes en Jesús nunca estarán huérfanos. Pero dando un paso más, vemos lo maravilloso que es el misterio y ministerio de la trinidad: Tanto Jesús en su ministerio (ha llamado a sus discípulos hijitos) como el Espíritu Santo (otro Consolador) se funden en un único papel con el Padre. Dios, uno en tres, llevando a cabo un mismo plan, afrontando cada situación como conviene, ejemplo divino de lo que significa el verdadero trabajo en equipo. Antes de ir a la cruz, Jesús indica a los suyos que sin Él nada pueden hacer, porque Él es el vencedor, que ora por la gloria de Dios y por todos aquellos que le siguen, no dejándoles huérfanos. Ahora viene la cruz. Oración.- Nos quebranta el ver tu interés por nosotros. Nos conmueve el poder contemplar al Dios trino trabajando para nuestra salvación. Gracias Señor por tu obra perfecta en la cruz. Gracias por permitirnos formar parte de una familia con Padre único y eterno.
19 de abril de 2025
1 Después de decir todo esto, Jesús levantó los ojos al cielo y exclamó: — Padre, ha llegado la hora. Glorifica a tu Hijo para que también tu Hijo te glorifique a ti. 2 Le has otorgado potestad sobre toda la humanidad para que dé vida eterna a todos los que tú le confiaste. 3 Y en esto consiste la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. 4 Yo te he glorificado en la tierra habiendo llevado a cabo la obra que me encomendaste. 5 Ahora pues, Padre, glorifícame junto a ti con aquella gloria que tuve contigo antes de que el mundo existiera. Vivimos en una sociedad donde se valora de forma especial alcanzar la gloria y ser famoso. Incluso hemos creado nuestras propias “estrellas” de la fama, a las que admiramos, incluso tratamos de emular en algún momento. En el sermón del Monte Jesús enseñó a los discípulos la manera de orar y los motivos por los cuales orar, es decir, lo que ellos debían desear para sí mismos (Mat. 6:5–15). En la primera sección de este capítulo 17 del evangelio de Juan, Jesús expresa su más profundo deseo para sí mismo (vv. 1–5) esencialmente, el cumplimiento de la voluntad del Padre. El tema principal de esta parte de la oración es la gloria. El término gloria significa opinión, lo que yo pienso y lo que otros piensan de mí. Generalmente se usa para hablar de la buena fama de alguien. Hace referencia a la reputación, honra, y también al esplendor. Para Jesús, la gloria de Dios es que la humanidad le conozca, “que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado”, y en la cruz reconocemos la gloria de Jesús y de Dios. Hoy somos nosotros quienes hablamos de la gloria de Dios, somos la muestra de su fama y el buen nombre de Dios. ¿Qué nos motiva en la vida, nuestra fama o la fama de Dios y de Jesús? Si vivimos separados de Él, posiblemente nuestra fama sea lo importante, si vivimos unidos a Él, su fama, su buen nombre será exaltado. Oración.- Jesús que tu fama sea lo primero. Señor necesitamos dejar a un lado nuestras prioridades personales y mirar a tu Reino. Ayúdanos a proclamarte en nuestro entorno. Gracias Jesús, por mostrarnos a través de tu vida lo realmente importante.
18 de abril de 2025
A ninguno nos gustan las despedidas, de manera especial cuando se trata de nuestros seres queridos, los más íntimos, a quienes hemos abierto nuestro corazón, con quienes hemos vivido momentos alegres y otros no tanto. El discurso de despedida de Jesús (Juan 13—16), culmina con el capítulo 17 que constituye el “mensaje” final, un tipo de testamento, un “adiós”, luego viene su arresto y ya no habrá otra oportunidad de comunión con los discípulos hasta después de la resurrección Es relevante de forma especial la idea final del capitulo 16. Juan 16.32–33 (RVR2020) 32 Se acerca el momento, mejor dicho, ha llegado ya, en que os dispersaréis cada uno por su lado y me dejaréis solo. Mas no estoy solo, porque el Padre está conmigo. 33 Os he dicho estas cosas para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción, pero confiad: yo he vencido al mundo. ¡Estas son las palabras de alguien que se sabe Vencedor! Por esto pudo decirles “separados de mí nada podéis hacer”. En definitiva, los que dependen de Jesús están con el Vencedor. Jesús consciente de su misión, del propósito de su corta vida, indica que la hora viene, y que esto trae consecuencias para aquel pequeño grupo de amigos, ellos van a ser dispersados o esparcidos, como la semilla que esparce el sembrador durante el período de la siembra. Si aquel grupo de amigos entendieron las palabras de Jesús, sin duda alguna tuvieron que ser dominados por cierto temor y gran incertidumbre: Toda su vida buscando lo que ahora tenían (tenían un Rabbí, no uno cualquiera, era Jesús, y estaban viviendo con él, en comunidad) y ahora les dice que van a ser esparcidos cada uno por su lado, !y que le dejarán solo! Pero si hace nada les enseñó que “separados de mí nada podéis hacer”. Con seguridad, más de uno pensaría: ¡Jesús no entiendo nada! En más de una ocasión no entendemos las cosas de la vida. Pero Jesús es honesto con nosotros: 33 Os he dicho estas cosas para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción, pero confiad: yo he vencido al mundo. Paz en medio de la aflicción, confianza en medio de la incertidumbre, seguridad en medio de la duda, porque Jesús ha vencido al mundo. Y solo viviendo unidos a Jesús podremos disfrutar de todo ello. Oración.- Señor Jesús, ayúdame a recordar hoy que porque tu venciste en la cruz es que yo puedo vencer hoy. Quiero fijar mis ojos en ti y saber que tú estás conmigo y que contigo todo lo puedo. Amén
17 de abril de 2025
1 "Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el labrador. 2 Quitará todo pámpano que en mí no lleva fruto y limpiará todo aquel que lleva fruto, para que lleve más. 3 Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado. 4 Permaneced en mí y yo en vosotros. El pámpano no puede llevar fruto por sí mismo si no permanece en la vid. Del mismo modo ocurre con vosotros si no permanecéis en mí. 5 Yo soy la vid; vosotros, los pámpanos. El que permanece en mí y yo en él lleva mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer." Puede ser un día cualquiera, todo parece transcurrir según la normalidad esperada aunque, estando con Jesús, siempre queda el factor sorpresa. Sus discípulos lo saben, no en vano llevan tres años caminando junto a Él, escuchando sus palabras asombrosas, a veces enigmáticas, y ver sus prodigios y señales. Aquel día Jesús quiere descubrirles la dependencia que tienen de Él y les habla de la vid, el labrador y los pámpanos. Una imagen bien conocida para aquellos hombres criados en su mayoría en zonas rurales. Pero les habla de forma lapidaria: porque separados de mí nada podéis hacer. Uno de los grandes logros que el hombre generalmente valora o aspira a tener, es la independencia. Muchos países tuvieron guerras para lograr su independencia, nuestros jóvenes aspiran a independizarse; valoramos en gran manera tener independencia económica, independencia de actuación, poder hacer (pensamos) lo que queremos. Y Jesús, hablando a sus amigos bajo esa imagen conocida de la vid y los pámpanos les dice: separados de mí nada podéis hacer. ¡Cuántas cosas en la vida hemos intentado hacer separados de Jesús y hemos visto los resultados generalmente negativos! Escribía el famoso reformador Martín Lutero: “He conservado muchas cosas en mis manos, y las he perdido todas, pero todo lo que he puesto en las manos de Dios, todavía lo tengo.” La gran sorpresa de aquel nuevo día con el Maestro fue la lección del pámpano: la libertad que supone la dependencia en Jesús. Para Pablo, años más tarde, ser libre de la Ley será convertirse en siervo de Jesús. Por otro lado, Jesús está a punto de enfrentarse a su gran prueba de fuego donde, a los ojos del mundo, va a quedar como un perdedor. ¡Y les dice a los suyos sin mí nada podéis hacer! El secreto de la auténtica libertad del ser humano consiste en vivir con Jesús, confiándole todo, viviendo bajo su cuidado. Oración.- Señor, necesitamos confiar en Tí, solo en Tí. Quita de nosotros cualquier motivo de confianza que no seas Tú.
16 de abril de 2025
Dios te da a tu familia, tus padres y hermanos, para mostrarte un ejemplo de cómo es tu relación con Él y quién es Él para ti. Todos quieren padres que los amen y se preocupen por ellos sin importar lo que pase. Bien, así es Dios. Él te ama y se preocupa por ti más profundamente de lo que puedes imaginar. Tus padres tratan de cubrir tus necesidades. Dios ya proveyó lo que necesitas. Tus padres te ayudan a crecer y formarte en quien te vas a convertir, pero finalmente, Dios es quien te hace crecer y madurar. Pero aquí es donde tienes que ser cuidadoso. Todos tienen diferentes tipos de padres, y aunque ellos son un ejemplo de Dios, no son Dios. Dios es mucho más grande que cualquier relación que tengas en esta tierra. No hay nada que se compare. Dios nunca te va a decepcionar, lastimar, abandonar o cometerá errores. Y todos los humanos cometen errores. La gente se equivoca. A veces incluso hasta los padres meten la pata. Así que, aunque tus padres puedan ser un gran ejemplo y reflejo de quien es Dios, ten cuidado de no hacer de Dios alguien que no es. Mientras tus padres pueden tener malos días y perder la paciencia contigo, Dios no tiene días malos. A veces tus padres te van a disciplinar de formas hirientes. Dios nunca te lastimará. Dios es perfecto y Su amor nunca falla. Tú eres de Dios. Tú le perteneces. Él te ama y le importas, y tú eres Su hijo. Dios te dio a tus padres para ser un ejemplo de tu relación con Él. Puedes aprender mucho de quién es Dios a través de la relación con tus padres. Pero recuerda: Dios no es tus padres. Y bueno, tus padres no son Dios.
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