La Semana Santa nos recuerda hasta qué punto podemos identificarnos con Cristo en ocasiones. Su muerte y su resurrección nos muestran su increíble amor por nosotros, independientemente de nuestra condición. Soportó todo por nosotros, como nos lo recuerda este pasaje de la Biblia:
«Subirá cual renuevo delante de Él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en Él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos. Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de Él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó Él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido” (Isaías 53:2-4).
¿Estás pasando por momentos complicados, querido/a amigo/a? ¿Has experimentado humillación, rechazo, desprecio, soledad, dolores físicos y/o morales…?
Jesús entiende y sabe muy bien por lo que estás pasando, ya que Él sufrió terriblemente en la cruz:
Fue rechazado y despreciado por la gente, aun cuando hizo milagros y sanó a todos los que previamente se acercaron a Él.
Fue castigado y golpeado, aun cuando era completamente santo e inocente.
Fue humillado hasta el punto de que le escupieron, a Él, que era y es el Hijo de Dios
Fue abofeteado y azotado, aun cuando no hizo ningún mal.
Fue abucheado e injuriado, y a pesar de ello no se defendió.
Estaba solo, porque fue abandonado por todos los que le amaban.
Sí, en el monte Gólgota Jesús lo soportó TODO. Él obedeció hasta la muerte, y muerte de cruz (mira Filipenses 2:8). ¡Y gracias a ello, su sacrificio nos permite hoy ser salvos de nuestros pecados, ser sanos de nuestras enfermedades y poder reconciliarnos con el Padre!
«Mas Él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre Él, y por su llaga fuimos nosotros curados» (Isaías 53:5).
Identificarse con Jesús, con sus sufrimientos y su cruz, es un camino difícil que a veces nos toca vivir como cristianos, pero no te olvides de que este es también un camino de victoria y resurrección. Jesús tomó tu lugar a fin de que no te sintieras nunca más solo/a, aun en medio del dolor.
En este día, recuerda que Él tiene sus brazos abiertos para amarte, consolarte, fortalecerte, tranquilizarte y sanarte.
Deseo que tengas un buen día, querido/a amigo/a, lleno/a de su paz: ¡Jesús ha vencido y está vivo!